ÚNICO TRAJE (V)

   Por: Marcos J. Leal C.

      Terminó la Misa y se inició un paseo que era muy acostumbrado en ese entonces.  Primeramente van los jóvenes estudiantes jugando con una bola a la que han prendido fuego, es un juego muy peligroso.  Luego van las muchachas, amigas unas de otras y, por último, marchan las madres con los hijos más pequeños.

     Al llegar a la mitad del recorrido, en plena carretera por donde transitaba el ganado, a orillas de esa carretera, había una casita donde vendían café y arepitas dulces.  Ese olor característico lo guardamos hasta hoy cuando han transcurrido mas de cincuenta años.

      ¡Qué música tan agradable eran los cantos de aguinaldos (villancicos) de mi niñez!
Llegaba a través de los aires cargado de brisa mañanera y sabores a café y arepitas dulces perfumadas con olores a sabanas.

     La mujer pudo al fin confesar y tomar la comunión.  Ha tenido una larga y feliz vida.

     Los niños fueron felices, todos trabajadores y decentes.

     Y el niño creció feliz, aunque a veces recuerda que una amable señora en plena iglesia, ante el Altar Mayor, le dijo muy bajo, bajito, que su madre no podía comulgar porque estaba en pecado.

    El niño comprendió más tarde que la señora a lo mejor quiso decir que él también era producto del pecado de amar. 

     Ese pecado, felizmente, soy yo.

FIN

 

 

COMENTARIOS A ESTA ENTRADA

 De: DEIGENIS

3 de septiembre de 2013 15:42

  INDOMABLEMENTE HA LOGRADO ARRANCAR MIS LAGRIMAS... QUE BELLEZA, LO CUAL ME HACE QUERERLE MÁS MI PROFE... ES USTED MERECEDOR DE MUCHOS APLAUSOS!!!! BRVO!!! BRAVO!!!! DESDE ACÁ LIMPIO MI CARA Y AGITO EL PAÑUELO DE ALEGRÍA... MIL BENDICIONES A USTED, SUS HERMANOS Y EN ESPECIAL A SU MADRE!!!!!

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