Por: Marcos Julio Leal Ceballos
Era tan flaca, flaca,
flaca En ese
tiempo,
que cuando en el
pueblo cuando
el único vendedor
el viento soplaba de
perros calientes, el señor
y ella caminaba por la
acera Santiago, el
indio Mara,
tenía qué agarrarse de
los pasaba por la
plaza
barrotes de las
ventanas ella se
comía tres perros
para no ser
arrastrada de a real,
como si fuese hoja caminaba
hasta la A.R.C.,
caída de árbol. y se
lanzaba también
tres chichas A-1 de botellas
En el pueblo, sin cines,
ni boca ancha y
sin pitillo.
teatros
la única diversión de
sábados Todos los sábados
y domingos
y domingos, por la tarde,
era cuando ella daba sus
vueltas a la
dar vueltas y vueltas en
la plaza tenía
qué soportar el
plaza, con gente
amiga, grito
que cada vez le lanzaba
o solos y solas. un
chico recién legado de la capital:
-"¡Flaca, flaca, dame un huesito
Ella tenía una cara
espectacular, para hacer un
llavero!"
unos ojos color café Un día, en su
siguiente vuelta,
y su cabello laargo, largo
y la flaca la hizo
en sentido contrario
negro le caía por la
espalda. y lo sorpendió
con una de ida y otra de vuelta.
Su cuerpo flaco,
flaco, Dos
cachetadas sonoras.
hoy sería envidiado El chico se
mojó en los pantalones
por las modelos del
mundo y ella, hoy, es
mi gorda
que sufren de
anorexia.
amada.