martes, 5 de septiembre de 2017

YA TENEMOS EL PRÓLOGO PARA LA NOVELA "EL HOMBRE DE TRIGO"



Con mucha alegría comparto con mis lectores el prólogo que el gran amigo Chencho Adames Aponte ha escrito para mi nueva novela El Hombre de Trigo.
Lic. Marcos Leal


PRÓLOGO

UNO

Marcos Julio Leal Ceballos me solicita cordialmente, por razones que no pueden explicar sino el afecto y respeto mutuos, la responsabilidad de escribir el prólogo para este nuevo libro suyo, ficticio y reflexivo.
Lo he leído con avidez.  Al comienzo advierte a los lectores: “El Hombre del Trigo es un escrito en prosa, totalmente de ficción; los personajes y situaciones han sido creados por su autor, nada tienen qué ver con ninguna realidad en el espacio-tiempo”
Comencé a encajar las perdidas piezas de un enredado rompecabezas, a adentrarme en una historia apasionante y a entender, de alguna manera, los arraigados miedos y silencios. Esta novela, armada en torno a hechos absolutamente ficticios, narrados magistralmente con lujo de detalles, es el resultado de una búsqueda orientada a encontrar respuestas a las interrogantes planteadas, tratando al mismo tiempo de reconstruir los pasos y vivencias de sus personajes.

DOS

Al final de la tarde, una leve llovizna comienza a caer. Subo por la calle Doctor Manzo. En una vivienda cuyas ventanas permanecen entreabiertas, la entrañable figura de doña Felicia Ceballos musita su habitual plegaria frente a una descolorida imagen de yeso.  Me quedo muy quieto mientras terminan las calladas palabras que parecen flotar a través de la casa. Luego, al acercarse cortando la amarillenta luz que ilumina la sala, su sombra cruza inquietante la distancia que nos separa y el afable rostro, portando una inusual expresión de complacencia, se desdibuja en el ambiente al sentarse ella a mi lado.  Aprovecho ese especial momento de placidez para saludarla:

- Buenas tardes señora Felicia – le digo con voz insegura – mucho gusto, soy un amigo de su hijo Marcos. Vengo para que por favor le avise que ya terminé de leer su novela.
De pronto, sus ojos se fijan en la nada y el pensamiento vuela ligero hacia algún distante recuerdo.  Transcurrido un instante, retorna de la momentánea abstracción, clava su mirada sobre mi existencia, y con el acento que siempre la ha acompañado exclama:
- ¡Claro, tú eres Chencho, el hijo de Arcadia!

Desde el fondo de mi alma siento la especial dicha de compartir estos minutos con esta valiosa dama que el once de julio de este año 2017 cumplió cien años de fructífera vida.  Que Dios te conserve esa serenidad, esa memoria, esa sabiduría, esa alegría de vivir y que siga manifestando su amor en el milagro de tu vida, que extienda tus días mucho más tiempo para que tus hijos, nietos y biznietos disfruten tu tierna e inigualable compañía, y que por muchos años tengan la fortuna de escuchar tu risa resonando en sus corazones como campanas mañaneras que invitan a expresar una plegaria de agradecimiento y bendición por tu ejemplar vida.

Al despedirme con mucho cariño de la señora Felicia, digno ejemplo de la mujer villacurana, posando su mano sobre mi hombro, me dice:
- No te preocupes, con mucho gusto le daré tu recado a Marcos.

Al llegar a la puerta tuve qué hacer un esfuerzo para reprimir las emociones que me abrumaban; en doña Felicia vi a mi madre, pude recordarla en su habitación, alegre en su mecedora, mientras el reloj en la pared marcaba insistente el paso de un tiempo lleno de nostalgias…

TRES

Muy excepcionales veces se reúnen en una misma persona cualidades como la bondad, el altruismo, la modestia y una abnegada vocación de servicio.  En Villa de Cura tenemos la fortuna de contar con un hijo de esta tierra que ha sido dotado de tan excelentes cualidades y a diario las practica.

Con solo lo anteriormente dicho estoy seguro de identificar ante los integrantes de la colectividad villacurana el nombre del profesor Marcos Julio Leal Ceballos, educador, revolucionario y poeta quien estudió arquitectura en la Universidad de los Andes en Mérida, Licenciado en Educación mención Desarrollo Cultural en la Universidad Simón Rodríguez; profesor universitario en la Nueva Educación Bolivariana en las cátedras de Proyecto Sociotecnológico; pertenece al equipo técnico de la Fundación Robinson; ha sido propulsor de la alfabetización de más de cinco mil participantes; en su mundo mágico-religioso fue cargador durante 42 años del Santo Sepulcro, formador de nuevos cargadores para continuar con tan centenaria tradición de fe.  Como promotor cultural ha realizado diferentes actividades vinculadas con el teatro, como autor y director de obras.
Actualmente es coordinador de organización del PSUV del Municipio Zamora.
Testigo de excepción de ese proceso y actor él mismo, nos aporta con su novela El Hombre del Trigo, importante material que contribuye a precisar momentos y situaciones que han influido en forma decisiva en la conformación de nuestra realidad de hoy.  No obstante su natural optimismo, constante de su personalidad, revela en su trabajo justificada preocupación por las dificultades y los cambios dramáticos que hoy experimenta y sufre nuestro país.

A los dirigentes de la clase de Marcos Leal, a los que integran ese nuevo liderazgo político que trabaja y reflexiona, que estudia, lee y es capaz de escribir sin miedo a exponer sus ideas propias a la confrontación creativa y fructífera; a ese grupo de jóvenes luchadores depositarios de una buena dosis de la poca confianza que va quedando hacia la gente que hace de la política su oficio, corresponde un papel que es al mismo tiempo estímulo y desafío.  Estímulo, para perseverar en una lucha que debe estar signada por la sensibilidad social y la honestidad política, intelectual y personal; y desafío para no callar cómplicemente; para seguir levantando la voz dentro y fuera de su partido, por esas banderas que a veces aparecen tan desgarradas, pero que siguen siendo cada vez más, estímulo para la lucha, para el esfuerzo, para la esperanza.  Porque para construir un país distinto, que sea por fin ese anhelado lugar en el que queremos vivir y morir dignamente, tenemos que seguir soñando con él. Para construirlo, tan hermoso como queremos que sea, a partir de ese sueño.

“La gloria consiste en ser grande y en ser útil” dijo el Libertador.  En el profesor Marcos Julio Leal Ceballos, se cumple a cabalidad tal pensamiento.

Chencho Adames Aponte

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