lunes, 5 de diciembre de 2016

EL HOMBRE DEL TRIGO (NOVELA) CAPÍTULOS 21 AL 30



Por: Marcos Julio Leal Ceballos

CAPITULO 21.Estricnina
CAPITULO 22.Mirada Ausente
CAPITULO 23.Tierrita En Sus Ojos
CAPITULO 24.Restaurant De Lujo
CAPITULO 25¿Cómo Le Puede Ir Este Día?
CAPITULO 26.De Gerente a Mensajero
CAPITULO 27.Las Tinajas
CAPITULO 28.Llora de Dolor Corporal
CAPITULO 29. ¿Pajúo?
CAPITULO 30.Gentil Invitación



CAPÍTULO 21 ESTRICNINA


La bella mujer tiene treinta y seis años de edad, a los dieciséis ya era madre, tiene dos hijas y un hijo,  siempre había sido una luchadora social,  su matrimonio no duró lo que se suponía que duraría, porque ella,  a su vez  ya estaba casada con la revolución, y  no todos los hombres están prestos y dispuestos  a compartir el tiempo familiar con el ejercicio político en beneficio del pueblo.

Se encuentran al sur del estado compartiendo una actividad política, con un grupo de educadores y educadoras que están alfabetizando a los compatriotas que nunca fueron atendidos por gobierno alguno, hasta que llegó la revolución.


Se hallan también presentes los coordinadores municipales del eje sur del estado, se saludan entre ellos y ellas con gran cariño y admiración. Todos saben la gran misión que están realizando por los más pobres de los habitantes de este estado.

La bella dama avanza, con ese andar de mujer luchadora y segura de la labor social  y política que  con gran dedicación realiza.

-Hola, profesor, tanto tiempo sin vernos, le hemos extrañado mucho.

-Hola, diputada Nina, es un verdadero placer verla, el trabajo intenso a usted la hace cada día más bella.

-Gracias, profesor, usted  siempre tan amable, pero, a veces este trabajo no nos deja tiempo ni para comer, la revolución es así, hemos tenido un pueblo que por siglos no había sido atendido  satisfactoriamente en casi ninguno de sus problemas, y mi Comandante nos exige respuestas rápidas y efectivas en las soluciones a esos problemas priorizados. 

-Así es, diputada Nina, no tenemos tiempo para lo personal, solo disfrutamos una gran satisfacción colectiva por los éxitos alcanzados en cuanto a lo pautado en las misiones educativas y sociales.

-Si, profesor, alcanzamos también un gran éxito político al lograr mantener a nuestro nuevo alcalde en su puesto, porque los disturbios  de esta semana, amenazaron la estabilidad del pueblo.
Claro que todo esto sirvió para cohesionarnos como partido político y como defensores de nuestra revolución.


-Estamos de acuerdo, diputada, aunque ayer vi en el despacho del alcalde puras caras nuevas.  Allí no he visto  hasta ahora a alguno de nosotros que somos pueblo, a los y las que apoyaron con todas sus  fuerzas para que se consolidara esta nueva victoria. 

-Profesor, debe haber algún error, allí, en el despacho tiene que estar la gente de nuestro pueblo, la que hizo posible el triunfo del poder popular, esa es su victoria, construida con mucho esfuerzo y tesón. 

En ese momento se acerca el alcalde del sur. La conversación es interrumpida por los respectivos saludos y luego comienza la intensa reunión de trabajo y evaluación.


 Los múltiples trabajos y compromisos políticos y educativos a los que están sometidos estas dos personas les impiden la comunicación diaria directa, pasarían algunas semanas para poder coincidir en otro escenario.


Para entonces, ya todo habría cambiado en cuanto a las apreciaciones emitidas la primera vez y lejos de su municipio: la sucesión de hechos se encargaría de cambiar sus apreciaciones primarias. 


CAPITULO 22

MIRADA AUSENTE

Ana Lucrecia sigue en el despacho del nuevo alcalde, nadie le da alguna respuesta de dónde se encuentra el alcalde.

Se arremolina todo el personal que está detrás del largo mostrador  de la entrada del despacho, dicen que va a salir el nuevo alcalde. Ana Lucrecia, le dice a su chofer:
-Ernesto, esperemos para ver al nuevo alcalde y le damos la información y así cumpliré aquello para  lo que he venido
-Si, como usted diga, Doña Ana Lucrecia.

Al instante comienza a salir una cantidad de personas que la señora no conoce, porque no los vio en la campaña política recién finalizada, el pequeño hombre  y su mujer van en medio de ellos.

La mujer mira a Doña Ana Lucrecia, esta le hace señas con su mano, la mujer finge estar ausente, su mirada está vacía como si gravitara a cien años luz de allí.


El hombrecillo sonríe, se encuentra con la mirada sorprendida de Doña Ana Lucrecia, le hace señas para que le siga. Salen de en medio de la multitud y se dirigen a una  nueva camioneta que está estacionada al otro lado de la calle del edificio de la alcaldía. El hombrecillo se vuelve y le grita:

-¡Ana, ven con nosotros! 
Le ha tuteado por primera vez en su vida. 

Doña Ana Lucrecia confundida se acerca, el escolta le abre la puerta trasera de la camioneta, ella sube como un autómata, la mujer del alcalde entra en la camioneta por la otra puerta, se sienta al lado de Doña Ana Lucrecia como si esta no existiese, no le ha mirado, no le ha saludado, no le ha hablado.

El alcalde sube adelante al lado del chofer y le dice a este:
-Casimiro, estoy cansado, vamos al mejor restaurant de esta vaina.
-Entendido, señor Alcalde.

Parte la camioneta, el señor alcalde observa unos periódicos regionales que están en el asiento y pregunta:

-¿Y esos periódicos?
-Son los periódicos regionales donde sale usted.

-Ah, qué bien, el hijo de Saturnina saliendo en los periódicos, caramba, quien lo iba a decir.
-Tú ahora eres el alcalde, somos gente de tronío y nos debe respetar todo el mundo, todo el mundo.

Esto lo dice viendo de lado a Doña Ana Lucrecia que no ha emitido ningún sonido por su boca desde que se sentó en esa camioneta. 

Llegan al mejor restaurant de la ciudad, según el chofer por supuesto. Se bajan todos, Doña Ana Lucrecia rodea la camioneta, alcanza al alcalde que ya va a entrar al restaurant y le dice:

-Alcalde, necesito darle una información.
-Para ti soy Adán, siempre Adán.
La mujer del alcalde lo mira fijamente y le dice con fuerza:

-Eso sí que no, ahora serás Señor Alcalde para todo  mundo ¿Me oíste? Eso es cosa de respeto.

-Mujer, si es Ana Lucrecia, nuestra amiga y camarada.

-Ya te dije: esto es para todo el mundo y punto, Señor Alcalde, qué se han creído.
-Tranquilízate  mujer y entremos que estoy cansado, entra Ana Lucrecia.
-Prefiero que hablemos acá, señor Alcalde.

-Ya te dije, Ana Lucrecia entremos.
-Si ella se quiere ir déjala ir, ella no es de la familia.
-Tranquila negrita, que Ana Lucrecia nos acompañe.
-Bueno allá tú. Ella no es de la familia, ya te lo advertí y es lo primero que haces.

Están todos y todas a las puertas del lujoso restaurant. También han llegado los hijos de la pareja con sus respectivas novias y las amigas de estas, todo es un alboroto como si estuviesen en una “caimanera de fútbol”

Vienen saliendo unos comensales hablando entre ellos muy bajo, en forma casi inaudible, al pasar  junto al bullicioso grupo “los ven como si no existiesen”

El alcalde ve a su mujer como en los viejos tiempos, los ojos negros y huidizos reflejan una frialdad aterradora.

 La mujer recuerda los nada agradables encuentros sabatinos y se contiene, un ligero temblor aparece en su boca que calla violentamente otra protesta que seguro diría.

 El alcalde dice con mucha cortesía:
-Tranquila, negrita, adelante Ana Lucrecia.

Entran todos al restaurant, Doña Ana Lucrecia va caminando como si cargase un saco de cemento en cada pie.




CAPITULO 23

TIERRITA EN SUS OJOS



En el gran hotel Piedra de Río se han alojado las diferentes agrupaciones de las manifestaciones culturales de todo el país.

 A las dos de la tarde surgen con sus atuendos para participar en el desfile de carnaval, salen los diablos danzantes, las burras, burriquitas, pollinos, los toros, las madamas.

 En fin, son incontables las comparsas y grupos, es un verdadero maremágnum de personas, que vienen a divertirse, en estas Ferias del Sol.

Entre todos ellos van también don Joselillo y sus guardaespaldas, estos son diez, tres mujeres y siete hombres. Van todos disfrazados y pasan desapercibidos para los policías de paisano que están rodeando todo el hotel donde se habían hospedado la noche anterior.



Las comparsas se alejan del hotel, unas cuadras más abajo un grupo se desprende y cruza la avenida y es recogido por cuatro camionetas identificadas como pertenecientes al comité organizador de las ferias.


Pasan diferentes puntos de control sin ser detenidas en ningún momento, llegan al aeropuerto situado en el centro de la bella ciudad, se bajan todos y se introducen en los baños de los pasajeros.

 Pocos momentos después salen de entre ellos una alta mujer con su acompañante, él viste de traje con saco y pantalón, ella luce una rica manta guajira, se ven  unidos, como muy enamorados, pasan por los controles, entregan sus documentos de identificación, entran a la sala interior que es la antesala para el abordaje de las aeronaves.

 Nadie les detiene, en esos precisos momentos aterriza una nave, busca el acomodo cerca de la pista y la pareja sube despreocupadamente a ella.


Afuera en la ciudad el desfile continúa. 
Los policías del comisario general siguen  apostados alrededor del hotel esperando que aparezca Don Joselillo para seguirlo.




CAPITULO 24

RESTAURANT DE LUJO

Doña Ana Lucrecia está aterrada con lo mucho que ha visto en tan poquísimos minutos. No alcanza a pensar rápidamente qué debe hacer, y solo piensa que si esto le está pasando a ella, que no le tiene miedo ni le corre a un tigre en plena selva ¡Qué será para la gente humilde y sencilla del pueblo  cuando le toque  acudir a sus nuevas autoridades elegidas por ellos con su voto directo y lleno de esperanzas en búsqueda de remedios para sus urgentes necesidades!

La doña no atina si debe irse corriendo  o  enfrentar la verdad que se presenta a sus ojos sin  atenuante alguno. 
 Traga fuerte la doña y decide  hacer aquello a lo que fue.

Los mesoneros solícitos atienden a las personas, “es el nuevo alcalde y su personal” piensan mientras colocan las mesas unas al lado de las otras para poder acomodar a tan numerosa comitiva.

-Es el nuevo alcalde.

Le informa un mesonero a la dueña del restaurant, que se asoma en la puerta de su oficina para saber qué es lo que pasa, el por qué tanto revuelo en el personal.

El alcalde toma un costado de la mesa y se sienta diciéndoles
-Siéntense todos.
Los mesoneros se quedaron con la silla sacada a la cabecera de las mesas, el alcalde ni cuenta se dio que era para él, supuestamente. Todos se  sentaron excepto Doña Ana Lucrecia.
-Siéntate,  Ana Lucrecia.

-Necesito hablar con usted Señor Alcalde
-Después de la comida,  Ana, después de la comida.

Doña Ana Lucrecia se sentó, todo cambió para ella, volvió a ser ella misma y se dispuso  a  saber hasta dónde llegarían estos señores.

Pensó “el alcalde cree que vengo a pedirle algo, esto será divertido, por Dios que sí, estoy verdaderamente sorprendida, pero ahora sé que él piensa que vengo a pedirle algo…Esperemos Ana Lucrecia, esperemos, nadie te lo contará, tú lo verás por ti misma, estás en el propio sitio de los acontecimientos, gracias, Dios mío, por apiadarte de esta humilde servidora”

Todos pidieron su comida a la carta, Doña Ana Lucrecia pidió un vaso de agua de la casa.

Nadie se dio cuenta que ella no había ordenado comida alguna.


CAPITULO 25

¿CÓMO LE PUEDE IR ESTE DIA?

El avión llega a San Juan, aterriza en el aeropuerto, corretea por la pista y entra al galpón donde se guardan las aeronaves. Los dos pasajeros se bajan,  se han cambiado de ropa, tienen vestimenta y equipo de motorizados, toman dos motos de las que están estacionadas  a un lado en la alta edificación, se colocan sus respectivos cascos y salen por una puerta para vehículos.  

La puerta lateral del aeropuerto está custodiada por dos guardias que al ver venir las motos les dan la espalda y se besuquean con  las dos chicas, cada una de ellas tiene su casco de motociclista en las manos.


 Pasan los dos motorizados sin aminorar su velocidad inicial y las chicas se apartan de los guardias y corren hacia sus motos que están aparcadas muy cerca de esa puerta, se suben a ellas y parten en pos de los primeros motorizados. 


El gerente del banco ha hecho esto innumerables veces este último año, pero esta vez está más nervioso que de costumbre.

El gerente del banco ha tenido que seguir otras indicaciones, esta vez  ha arriesgando mucho, tuvo que sacar el dinero en moneda extranjera y guardarlo por unos días en su casa, eso no estaba dentro del trato.

Se quedó solo en su casa, su familia se fue de vacaciones y él se vio en la necesidad de inventar una excusa para no acompañarles. Este señor es su mejor cliente, pero está muy nervioso y tendrá que manifestárselo, si no acepta  sus condiciones le pedirá que cierre la cuenta en su banco.

Y ahora le llamaron para que trajese los maletines hasta el negocio de carne en vara La Negra, “Esto es el colmo, tendré que hablar seriamente con el señor, quien se habrá creído que es él, soy un gerente de un banco de la capital del estado”.

“Bien, por lo menos la música llanera está muy buena y las mujeres también, por ver aquí uno no paga, estoy de vacaciones y estoy solo, quién sabe cómo me puede ir en este día”.



CAPITULO 26

DE GERENTE A MENSAJERO


Los cuatro motociclistas llegan al negocio de carne en vara, está completamente lleno, el propietario le indica que pueden comer en sus oficinas, ninguno se ha quitado el casco para evitar ser filmado por las cámaras de circuito cerrado.

Entran a las oficinas y el propietario apaga las cámaras. Si acaso preguntasen diría que estaban reparándolas y listo, aunque ya lo filmado está  guardado en su correo electrónico personal.

Se quitan los cascos de motociclistas y las bellas mujeres sacuden sus hermosas cabelleras. El Gran Jefe solo dice a una de ellas:

-Tráelo.

La chica sale al gran salón atestado de gente, al rato entra de nuevo en la oficina y viene acompañada del gerente del banco que entra con cara complacida.


-Buenas tardes, Don Joselillo ¿Cómo está usted?

-¿Me trajiste el encargo?

-Por supuesto que sí, Don Joselillo, mi familia se fue a la playa de vacaciones y yo me quedé para cumplir su encargo, creo que debemos hablar, pues yo no puedo ser mensajero y repartidor. Usted comprenderá…mi puesto, mi prestigio, en fin, mi estatus.

Don Joselillo, fija su mirada sobre el niño Linares que todo el tiempo ha estado situado cerca, muy cerca del gerente, le hace a este una seña casi imperceptible con los ojos, el niño Linares se  dirige al Gerente y le indica muy amablemente:

-Por favor acompáñeme, venga por acá.

-Es que aún no he terminado con Don Joselillo.
Entonces le dice bajo, muy bajo, pero firmemente:
-Por favor, acompáñeme
- Está bien, vamos.
-Por acá, señor gerente, esa es la salida, venga para que hablemos.


El niño Linares está parado ante una puerta lateral, la abre y le indica al gerente que pase al interior,  le dice todo esto con una agradable sonrisa pintada en su bellísimo y angelical rostro. El gerente pasa ante él a la otra habitación. 

El  conjunto de música criolla arranca y la cantante entona su hermosa canción, todo es alegría, son gritos, algarabía y nada se entiende.

El dinero facilmente obtenido, corrompe al hombre  totalmente.
 El trabajo honesto al hombre,  es como el acero al puente, lo hace indestructible a los vientos, tempestades y a crecidas intempestivas del río. 


CAPITULO 27

Las Tinajas

En la larga mesa todo es alegría, son más de veinte comensales, los demás clientes en las mesas que les rodean han apurado su comida y han ido desocupando el lugar. Todo el mundo en la mesa habla a gritos, la única persona que luce tranquila y callada es Doña Ana Lucrecia.
El alcalde se levanta de la mesa para ir al sanitario, en eso ve de nuevo a Doña Ana Lucrecia y recuerda que le había invitado a venir y la señora se quería ir. Pasando junto a ella le expresa:

-Ana Lucrecia, ya vamos a hablar, voy a cambiarle el agua al canario.
-Como usted diga señor alcalde. 
La señora lo mira con una frialdad abrumadora y con una resignación total.


El alcalde a su regreso se sienta en una silla al lado de la señora, le mira fijamente y le suelta a boca de jarro:

-Viniste por un contrato, Ana Lucrecia, pero quiero que sepas que contrato para ti, ahorita, no hay.

-No, señor alcalde, no vine por ningún contrato, en estos momentos estamos ejecutando tres obras, así que no tenemos el tiempo, ni el personal para ejecutar otra obra por muy pequeña que fuese.

-Ah, pensé que venias por un contrato, porque gané las elecciones.
-No, señor alcalde, le repito, no vengo por contrato alguno, vine porque la gerente del banco me pidió que le informara a usted y a su administración que en el banco reposa un dinero que es de la alcaldía y que dejo en depósito la administración pasada y que usted puede hacer uso del dinero cuándo lo considere conveniente. Buenas tardes, señor alcalde.

El alcalde se queda enmudecido, como si estuviese pensando.

Doña Ana Lucrecia, se levanta y sin decir otra palabra se marcha.

Va caminando hacia la puerta de salida del restaurant, saca el celular  de la cartera y llama directamente a su esposo:

-Por favor ven a buscarme, estoy en el restaurant Las Tinajas, acá te espero.



CAPITULO 28

LLORA DE DOLOR CORPORAL


El gerente entra a la habitación y se da cuenta que es el baño privado del propietario, no tiene tiempo para pensar nada más, siente un fuerte golpe en su estómago, se dobla del dolor, de inmediato recibe otro golpe en su espalda, cae boca abajo en el piso, y allí le llega una lluvia de patadas, todas desde el cuello para abajo en su grueso cuerpo.

El niño Linares no ha emitido sonido alguno por su apretada boca, los gritos y sonidos de dolor que lanza el gerente son ahogados por la música que se escenifica  en el salón principal. 

El gerente llora de dolor, en su atribulada mente solo piensa “este es un sueño, esto no está pasando, soy un ciudadano decente, soy Propietario-gerente del banco”

El niño Linares se mira en el espejo, arregla su cabello muy bien cortado, se ve sus dientes, blancos brillantes  en un rostro perfecto.

Sonríe para sí mismo, se arregla el traje de cuero, y solo después lanza su mirada sobre el hombre que está quejándose tirado sobre el frio piso del baño.

Se inclina y muy amablemente le dice al asustado y adolorido hombre:

-Por favor levántese, señor gerente, le ayudaré, se ve muy feo en el suelo.

El hombre quiere levantarse pero por los fuertes dolores que siente, no le es posible.

El niño Linares  amablemente se inclina más y le ayuda a levantarse.

El hombre trabajosamente se levanta y se mira en el espejo, el niño Linares está detrás de él, lo mira con esos ojos verdes, sin ningún tipo de expresión, sin nada de sentimiento reflejado en tan bellos ojos.

Esos ojos  que  son  apetecidos por tantas y tantas mujeres de todo tipo y de todos los niveles sociales y académicos. Esos ojos no reflejan nada, ningún sentimiento, ninguna pasión. Son inconmovibles.


 El  niño Linares pega su boca al oído del gerente y le dice:


-Tú no le vuelves a hablar a Don Joselillo así como lo has hecho, tú no eres nadie, si se te ocurre no obedecer lo que se te ordena, ningún miembro de tú familia sobrevivirá. Tienes que tener responsabilidad. Debes ser un hombre responsable, porque si no yo te corregiré ¿Entendiste bien, poca cosa?

El Gerente con una mueca, mueve la cabeza en señal de asentimiento. El niño Linares sale primero del baño.

 El hombre queda solo y se pregunta:
 “¿Con que gente me he metido? ¿En qué lío estoy? ¿Y mi familia sin saber nada está en peligro inminente? Tengo muy buenos amigos en todas partes, soy un hombre poderoso, tengo buenos amigos en todas las esferas del gobierno, les he resuelto muchos inconvenientes dándole viabilidad a sus problemas financieros, algo me deben. Les llamaré para que me ayuden en esta hora tan difícil, sí, les llamaré”


“Mi familia, mi esposa, mis hijos, son lo primero,  para ellos he trabajado toda mi vida, he trabajado como un hombre decente que soy. Llamaré a la policía, eso haré”
Trabajosamente camina hacia la puerta, la abre y entra nuevamente en la oficina del propietario del negocio.

El niño Linares no tiene contemplación con las personas que  desobedecen órdenes.  Teniendo sólo ocho años su padre lo dejó al cuidado de un amigo de él y la mujer de este. La mujer había tenido un niño en una unión anterior el cual contaba en esos momentos con diez años de edad.
 Vivian en una granja que la mujer había heredado después de la muerte misteriosa de su primer esposo.
Los dos niños se hicieron amigos,  un día de regreso de la escuela caminando por la orilla de la carretera vieron unos árboles de  guindas criollas*, se acercaron a ellos y comenzaron a tomar las frutillas.
A lo lejos divisaron que se acercaba la dueña de la finca con algo en la mano, los niños salieron corriendo de la propiedad y en la carrera se separaron, el niño grande buscó a su amiguito ya que era responsable de este, no le encontró.
Pasaron las horas y se decidió regresar a su casa sin el niño pequeño, cuando llegó, el niño pequeño había regresado solo  y le estaba aguardando a lado de la madre que lo cuidaba y del compañero de esta:
-Menos mal que regresaste amiguito, te quería ir a buscar y no me dejaron.
-Te estuve buscando todo este tiempo, temía haberte perdido, soy responsable de ti por ser mayor.


*NOTA: Guindas criollas: cerezas
 Nos aterrorizamos y corrimos, la señora lo que traía en sus manos era una bolsa para que recogiésemos las cerecitas, nos asustamos y corrimos y te me perdiste, gracias a Dios y estas bien.

-Sí, mi amiguito y gracias a Dios tú también estas bien

El compañero de la madre le dice  al niño menor que entre a la casa, este lo hace y,  a través de la ventana observa con angustia como este señor azota a su amiguito con un pedazo de  manguera doblada en dos vías, el niño cae al suelo, la señora va a auxiliarlo,  el azotador le grita:
-Déjalo allí, eso es para que aprenda a cumplir sus responsabilidades. Para que sea un hombre responsable.

El niño no se movió nunca más, fue llevado al dispensario de salud y declarado muerto. El causante de esa muerte huyó a su país de origen y no se supo más de él, así que por el lado de la justicia humana no recibió el castigo merecido por este hecho.

El niño Linares  creció solo, nunca más tuvo un  amigo,  y se  asegura de  que todas las personas a su alrededor cumplan con sus responsabilidades, caso contrario, él se encarga de que nunca más vuelvan a desobedecer. 
A los quince años, ya era un atleta formidable en su escuela secundaria.
 Se acostumbró a las labores del campo convirtiéndose en un magnifico cazador, sobre todo en las noches era más efectivo.
Un  día, faltando poco para graduarse en la secundaria, su padre le vino a buscar, se lo llevó y sus estudios quedaron interrumpidos.

En cinco años de delitos se hizo con la propiedad de casi todas las panaderías más grandes del centro del país, los antiguos dueños algunas veces continuaban regentándolas, o se habían ido a descansar a su país de origen, otras veces descansaban para siempre en un frio camposanto.

Esas panaderías son las más productivas, abastecen de materias primas a todo el país,  y nunca son tocadas por el hampa y ni siquiera alguno de los policías corruptos cobradores de peaje a los comercios se meten con ellas, pues todos saben que pertenecen al “Hombre del Trigo”.




CAPITULO 29

¿PAJÚO?

El alcalde queda con la boca abierta y  Doña Ana Lucrecia se aleja,  camina y va  sacando su celular para llamar a su esposo.
-¿Y a ti qué te pasa, negro, que te quedaste con la boca abierta?
-Negrita, que ya tenemos plata, el musiú dejó plata en el banco.
-¿Queeee?  ¿Dejo plata el muy pajúo?
-Cállate, negrita, que estás en un restaurant de lujo.
-Ah, que bien, el en  sus primeros cuatro años hizo “negocios lícitos”, luego cuando lo reeligieron acabo con todo, pero entonces esa plata es nuestra ¿Sí?
-Bueno, pero vamos a ver cómo podemos sacarla, negrita.

- ¿Cómo va a ser? Sacándola. Es nuestra.
- Ya va, ya va, vamos a hablar con el administrador de la alcaldía y los sacaremos hoy mismo.
-Esto merece una celebración especial vamos a un lugar donde podamos escuchar “Apure en un viaje”

-No es así mi amor como se llama tu canción, vamos a celebrar, todos a celebrar, como debemos: en familia.
Se acerca la dueña del restaurant a despedirles:
-Señor Alcalde, estamos a su orden, también tenemos comidas para llevar.
-Eso está muy bien, negrita, ya no cocinarás más, desde mañana mismo pediremos la comida y que la lleven a tu oficina, allí comerá toda la familia.
-Como usted diga señor alcalde, tenga, llévese una de nuestras cartas para que pidan por ella, solo con una llamada telefónica le llevaremos su comida y  un personal irá especialmente a atenderles.



Los flojos de la plaza dicen que la primera familia del municipio en un mes de comidas,  agotó todas las partidas para ese rubro en tres años





CAPITULO 30

GENTIL INVITACIÓN

El gerente se encuentra con la oficina sola, excepto por una bella mujer  vestida toda de cuero y que está recostada en el amplio escritorio del propietario del negocio.
-Venga por acá señor gerente, usted es invitado muy especial de Don Joselillo.
-Quiero irme a mi casa, eso es lo que quiero.
-O sea ¿Que el niño Linares no le explicó muy bien, señor gerente?
-Sí, pero quiero irme a casa, señorita.
-O sea ¿Que usted desprecia una invitación especial del Don Joselillo?
-Sí, señorita, quiero irme a mi casa.
- O sea, que conste que usted lo quiso así, llamaré al niño Linares para que le acompañe hasta su casa.
-No. Por favor, me iré solo.
-De ninguna manera. 
-Señorita déjeme ir solo. Le pagaré lo que sea.
-O sea que se ve que el niño Linares no cumplió bien con su deber, y en ese baño no le dio a usted el mensaje que le mandó a dar Don Joselillo.
-Si. Señorita, si me lo suministró, pero me quiero ir, 
-Esto es grave para él y para usted. El niño vendrá furioso para acompañarlo al infierno.
-No, no por favor
-O  sea, usted se lo buscó por no aceptar la gentil invitación de Don Joselillo. En verdad  lo siento por usted, señor gerente. Llamaré al Niño.
-No, no, por favor no lo llame, no llame usted a ese señor, iré, iré, iré solo.



CONTINUARÁ

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nos encantaría saber tus impresiones acerca de esta entrada y/o nuestro blog en general. Deja tu huella con un comentario. Marcos Leal.