viernes, 4 de marzo de 2016

EL ÁRBOL DE LAS TRES RAÍCES




Por: Cristian Enrique Key
Villa de Cura, estado Aragua, Venezuela


22/Agosto/2007
2:55 AM


Fue una tarde de agosto, el clima estaba fresco debido al invierno que pasaba por la zona esos días, la tierra estaba húmeda, las hojas caían al ritmo de la brisa, mis ánimos estaban mucho por debajo de lo debido, mis lágrimas brotaban cada vez más, mi mente quedó vacía como un viejo nautilo a la orilla del mar, mi corazón como un cántaro anhelando una gota de agua para seguir viviendo, mi alma taciturna como el susurro de la oscuridad…

 Caminé sin cesar, sin saber donde estaba mi rumbo, quizás la noche cortara la distancia o pudiere ser que no, pero me importaba un bledo porque de algo si estaba seguro era que no sabía a donde me dirigía.

Pasaron horas, minutos, segundos, exceso de pasos y decidí tomar un descanso en un gigante Árbol, sobre sus “TRES RAICES” me recosté a observar las estrellas y hablar con el Dios de la Luz que me guía por la oscuridad día y noche; le pregunté

:¿Por qué me tratan tan mal en el trabajo, por qué no puedo ser feliz en un pequeño momento de mi vida, por qué no puedo llegar a ser igual a mis patrones, por qué tengo que nacer como un peón y morir como un moribundo, acaso no soy un humano con los mismos derechos que los demás, no tengo derecho a beber la misma agua, será que por mis defectos y debilidades todos se aprovechan de mi, Señor? ¡Señor, perdóname, pero no quiero ser la piedra que perturbe el paso de los demás!.

 Bajo las estrellas y en los brazos de aquel gigante árbol, quede esperando una respuesta hasta quedar dormido…

No se qué pasó ni cómo pasó, pero del árbol salía una voz que me decía: 

-¡Párate, Párate! 

En seguida me levanté muy asustado buscando de donde salía la voz y el Árbol me gritó: 

-¡Hombre! ¿Por qué huyes de tu realidad, acaso eres tú sólo el que sufre, te vas dejando a tus prójimos, donde has estado en tantos años que el tiempo no te ha hecho aceptar la verdad? No te quejes por lo que eres, por lo que tienes, porque cabalmente estás vivo y nada ni nadie es más que tú porque ante Dios todos somos iguales

¡Quedé muy desconcertado! y le pregunté:

- ¿Qué puedo hacer, señor, para ser feliz?

-Quiero que liberes a tus hermanos sin importar raza, color y que la justicia sea el orden para lograr la felicidad total del pueblo

.- ¿Señor, sí puedo?

- Como es eso de que si puedo “EL QUE TIENE FE TODO LO PUEDE”

-Quisiera preguntarle algo ¿Si usted no es Dios me podría decir quien es?

-Soy un viejo árbol al que no se le ha tomado en cuenta por muchos años, soy la razón del futuro dependiendo de ti. Llámame “EL ARBOL DE LAS TRES RAICES”
.
Al alborear regresé con la frente bien en alto con ganas de trabajar y luchar sin cesar por la felicidad de mi pueblo, porque lo primero que llevo en mi mente y en mi corazón es la Luz del Dios que me guía...

Amen.


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