Por. Marcos Leal
Para el amor
la edad no existe.
Cuando la carne
se va,
sólo quedan los sentimientos
en un alma
que grita de amor desolada:
Vengan, vengan,
quiero ser amada.
Cuando existe el amor,
el deseo y la distancia
viajan unidos,
como el viento.
En retorno,
en un volver a volver eterno.
En cualquier
del hospital
te volví a ver.
Habiendo pasado años
de añoranza.
Temblaron mis manos,
temblaron mis pies.
¡Hola!¿Cómo estás? Dijiste.
De mi parte: Silencio total.
Sólo pensé:
El tiempo ha sido cruel.
Con el hombre ha sido suave,
con la mujer fue inexorable y fiel.
Atrás quedó la musa
de la poesía, del amor
y de la música.
Atrás quedó el baile
juvenil.
Atrás quedó nuestra canción:
pétalos y carmesí.
El tiempo verdadero
me sorprendió a mí,
golpeó este amor senil.
La tarde se oscureció,
la noche sin ser llamada
se apareció.
Tu imagen siempre joven
desde este aciago momento
en mi mente se borró.
¡Dios mío! Esa no es
la misma de ayer.
¿Dónde tu juventud quedó?
Me quedaré sin tu carne,
adorando tu alma,
tu sentimiento,
mil recuerdos
y tu voz.
